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el lenguaje de hoy

16 julio, 2008

ya es bastante noche pero me la pase leyendo un post bastante largo y viendo especiales en youtube de that's 70's show -por cierto una de mis series favoritas, una pena que termino-.

Lo que llamo la atencion fue el ultimo post que lei sobre las palabras doedez (soeses pues.. XD) y sus diferentes movimientos en el lenguaje de hoy en dia en México, la verdad es que todo iba dirigido a esta comunidad de blogs de videojuegos y los disturbios que ha tenido editorial televisa con sus sitios de internet por su nueva administracion etc etc etc. La cosa es que la introduccion que Densho -seudonimo del blogger- me gusto por la manera tan peculiar de describir un poco de lo que se vive en la cultura del habla en Mexico que es donde basicamente se utiliza este "florido" lenguaje.

Aqui dejo el fragmento que me llamo mas la atencion y textualmente se escribio asi:

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¿Alguien les ha dicho en alguna ocasión entre risas y alegría "¡Qué pedo, pendejo, como has estado, cabrón, qué pinche gusto!"? Si la respuesta es afirmativa, ¿alguien se ha sentido ofendido por eso?

Y, a la inversa, ¿alguien les ha hecho un desplante agresivo, o dado una respuesta sarcástica e hiriente y agresiva, sin usar una sola grosería?

La diferencia entre los insultos y las malas palabras es mucha. Creo que las malas palabras son, para fines de claridad en la comunicación, efectivamente malas. Y es que ciertas leperadas, que resultan ser las más comunes, tienen tanta diversidad de significados, que si el interlocutor no está atento al contexto, puede llegar a comprender parcialmente lo escuchado o, incluso, a no entender nada. El ejemplo de la palabra chingar es el más sencillo. Tiene tantos significados en tantas circunstancias que, incluso, hay extranjeros hispanoablantes, como los argentinos, por ejemplo, que no saben si chingar es algo bueno o malo. O si cabrón es alguien admirable o detestable.

También son malas palabras cuando describen o hacen referencia a temas u objetos desagradables o incómodos por su naturaleza íntima. Pito, verga, pucha, panocha, mamar, coger, mierda, pedo... cuando alguna de este grupo de palabras se usa para referirse a actos sexuales específicamente, o a temas escatológicos, definitivamente son incómodos. ¿Acaso alguien, en una situación completamente cotidiana, disfruta hablar entre extraños o conocidos sobre cuán grande era el mojón que vió en el baño, o la manera en que eyaculó en los senos de su compañera sexual? Creo que en el sentido común está la respuesta.

Otro aspecto de esas palabras, además de ser sustituto genérico de otras tantas que tiene nuestro idioma tan rico, nada más para evitar la fatiga de recurrir al diccionario mental, es que son usadas como demostración de libertad, independencia, despreocupación o para forzar una apariencia desinhibida y confianzuda. Y esto lo he notado más en mujeres que se empeñan en exhibir su liberalismo dejan salir un popurrí de leperadas sin una conexión coherente.

Y estas palabras también brotan, pero de manera natural, entre un grupo de personas donde hay mucha confianza.

Las malas palabras, o groserías, son difíciles de usar. Sin embargo, por alguna razón, muchos las saben usar bien, naturalmente y sin ningún problema. La situación no es sólo decirlas o no. Importa el cuándo, el dónde, el por qué y el con quién. Aunque la palabrota no tenga el gen del insulto o la mala intención, es muy raro que alguien llegue con un sacerdote al confesionario y le diga, "Oiga, padre, me metí en un pedote porque la zurré bien cabrón... ah, perdón, padre... sin pecado concebida, padre. Ahora sí, como le decía...". O llegar con un desconocido y decirle, con un tono amable, "Disculpe, ¿me da la pinche hora, por favor?".

No sé si sea un sentido natural o el oportuno manazo en la boca dado por nuestros padres en la infancia, pero, aunque sé que hay casos especiales, la mayoría de la gente que he conocido en mi vida es prudente con el uso de las groserías. Pero hay algo más allá de la prudencia que hace que decir groserías sea un arte. Como Polo Polo, por ejemplo. No creo que alguien, en el show de Polo Polo, en el Cuevón, se ofenda por lo que oye o no se ría.

La circunstancia es, pues, parte fundamental de cómo funcionan las malas palabras.

PALABRAS MALSONANTES COMO SINÓNIMOS
Las malas palabras se pueden usar como sinónimo pobre, como en el ejemplo siguiente:

(1) "Ayer estuvo de la verga; me lleva la chingada, ¿por qué putas madres siempre la cago?"

(2) "Ayer fue un día pésimo; estoy de muy mal humor, ¿cuál será la razón por la que siempre me equivoco?"

Las dos frases significan lo mismo, contextualmente. Literalmente, la primera tendría este significado, si se quisiera evitar usar palabras malsonantes:

(3) "Ayer estuvo de la pértiga; me lleva la dañada, ¿por qué prostitutas progenitoras siempre la obro?"

La frase (3) es incoherente. La frase (2), aunque de prosa elegante, no refleja la intensidad de los sentimientos. La frase (1) parece la más adecuada para liberar la frustración que se siente.

(4) "Ayer estuvo de la tostada; me lleva la que me trajo, ¿por qué carambas siempre la riego?"

La frase (4) está setentera y los eufemismos usados son poco arriesgados, por lo que el interlocutor no sabría si el hablante está quejándose o imitando a Pedro Infante.

(5) "Ayer estuvo de la burguer; me lleva la chintrola, ¿por qué puts mas siempre la calabaceo?"

Bueno, personalmente considero que no hay eufemismos más ridículos que los de la frase (5), pero también creo que son buenos frenos de mano, incluso hilarantes, cuando uno empieza a decir cosas que, durante el proceso, se percata que no puede o debe decirlas.

Las groserías de la frase (1) podrían incomodar a los comensales en un restaurante, pero éstos entenderían que el sujeto pasa por un momento frustrante. Por contexto, jamás pensarían (al menos la mayoría) que la intención de las groserías es incomodar a los demás o insultarlos. Si le agrega al final un "¿Me oyeron, bola de pendejos jodidos?" tal vez se incomoden un poco, pero en lugar de sentirse ofendidos, pensarían que se trata de un esquizofrénico.

Encuentro que sustituir las palabras correctas con groserías genéricas, puede ser por varias razones:

Por falta de vocabulario, p.ej., "la madre ésa" o "la pinche chingadera".

Por pereza léxica, p.ej., "quién sabe dónde chingados" o "¿qué pedo, pinche wey?".

Por una manifestación hiperbólica de sentimientos, sin querer o a propósito, p.ej., "¡A huevo, culeros, me saqué la lotería, putos!" o "¡Y le dije que se fuera a la verga y que dejara de chingarme los huevos o le iba a sacar la mierda a putazos!".

GROSERÍAS PARA AGREDIR
"Eres un pinche puto. Te voy a romper tu madre en cuanto te vea."

La anterior es una frase agresiva. Las groserías sólo acentúan la ira, pero sin ellas, es una amenaza franca, intimidante.

"Eres un cobarde. Te golpearé en cuanto te vea."

Las mismas groserías que pueden expresar alegría, p.ej.., "¡A huevo!", o describir los órganos genitales, p.ej., "Me pellizqué un huevo", sirven para fortalecer el estado de ànimo agresivo, p.ej., "Te faltan huevos".

Cuando hay tensión en una conversación o discusión, las groserías son el catalizador ideal para que la razón se desvanezca y el suceso se desarrolle o finalice lejos del objetivo que la inició.

LA AGRESIÒN SIN GROSERÍAS
Está claro, pues, que la agresión existe sin groserías y a veces es un método eficaz para insultar indirectamente sin recibir reclamos.

"Vaya, entiendo que tu infancia de escasos recursos te haya privado de cultura y educación, sin embargo eso no justifica que tengas que castigarnos con opiniones tan absurdas. No tenemos la culpa de que seas un campesino."

Prosa elegante, pero agresiva e hiriente.

Dentro de este tipo de agresiones, cabe categorizar el sarcasmo, los chantajes y las insinuaciones infundadas, que desvían la atención de la discusión.

"Ni te preocupes en en responder. Ya sé que no tienes el valor suficiente para hacerlo y, con eso, me das la razón."

MALDECIR POR MALDECIR
Cuando los adolescentes descubren que hay más lugares más allá de su casa, como los parques o el Internet, y se encuentran con la libertad de decir lo que siempre quisieron sin que sus padres estén ahí para reprenderlos, pues se dan vuelo.

"Hola pendejos, chichis, pelos, mecos. Adiós".

Groserías que la única intención que tienen es ser pronunciadas o escritas.

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si quieren consultar todo el articulo, picale aqui.

Yo particularmente ya habia tomado otro compendio de frases y quizas mas adelante ponga o el space donde lo publique o lo extraiga nuevamente y lo postee comot al aqui. Mientras me retiro a dormir.

Capitan Dagger fuera.

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